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  • Writer's pictureMarissa Galvan

Tercer domingo de Pascua: El llamado a la vida



PRELUDIO: Enfoquémonos en la vida (Rvda. Alejandra Zareth)


LLAMAMIENTO A LA ADORACIÓN (Salmo 116)

Amamos al Señor, porque Dios escucha nuestra voz. Por eso le llamaremos toda la vida. Los lazos de la muerte nos pueden enredar y nos puede sorprender la angustia del sepulcro, pero podemos clamar a Dios y Dios salva nuestras vidas.

¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!

HIMNO: Escuche «Te amo Rey»

CONFESIÓN

Tú nos hablas, Señor, a través de sermones y oraciones, a través de la música y conversaciones, a través de las flores y de los consejos. Sin embargo, se nos hace difícil reconocerte. Nos preguntamos qué debemos hacer, sin querer recibir una respuesta, porque sabemos que nos llevará al arrepentimiento y al compromiso.

Perdona nuestra falta de visión, oh Dios.


Perdona nuestra sordera. Abre nuestros ojos y nuestros corazones a tu llamado, que nos habla de promesa y de perdón y llénanos del Espíritu Santo para seguir en los caminos de tu salvación. Por Cristo, nuestro compañero de camino, te lo pedimos. Amén..


PERDÓN Y PAZ

Esta promesa es para ustedes y para todas las personas que vienen después: a través del arrepentimiento y del bautismo en el nombre de Cristo nuestros pecados son perdonados y el don del Espíritu Santo es nuestro. Podemos vivir en paz.

ORACIÓN DE ILUMINACIÓN (Prayers for Easter Season. Office of Theology and Worship. Traducción: MGV)

Dios viviente, reconocemos tu presencia con lentitud, aún cuando estás en medio nuestro, aún en tu Palabra viva. Aún así, te pedimos que te quedes con tu pueblo; date a conocer a nuestro ser, y permite que nuestros corazones ardan para compartir las buenas nuevas de que Jesucristo nuestro Salvador verdaderamente ha resucitado. Amén.


COMPARTE LOS SENTIMIENTOS: Piensa en diferentes palabras y trata de pensar en cómo procesas esa palabra con tus sentidos.


ESCRITURA: Lucas 24: 13-35 (RVA 2015)

13 He aquí, el mismo día, dos de ellos iban a una aldea llamada Emaús que estaba como a once kilómetros de Jerusalén. 14 Iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido. 15 Sucedió que, mientras iban conversando y discutiendo el uno con el otro, el mismo Jesús se acercó e iba con ellos. 16 Pero sus ojos estaban velados, de manera que no lo reconocieron. 17 Entonces les dijo: —¿Qué son estas cosas que discuten entre ustedes mientras caminan? Se detuvieron con semblante triste. 18 Y respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: —¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabe las cosas que han acontecido en estos días? 19 Entonces él dijo: —¿Qué cosas? Y ellos dijeron: —De Jesús de Nazaret, que era un hombre profeta, poderoso en obras y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; 20 y de cómo lo entregaron los principales sacerdotes y nuestros dirigentes para ser condenado a muerte, y de cómo lo crucificaron. 21 Nosotros esperábamos que él fuera el que habría de redimir a Israel. Ahora, a todo esto se añade el hecho de que hoy es el tercer día desde que esto aconteció. 22 Además, unas mujeres de los nuestros nos han asombrado: Fueron muy temprano al sepulcro 23 y, al no hallar su cuerpo, regresaron diciendo que habían visto visión de ángeles, los cuales les dijeron que él está vivo. 24 Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y hallaron como las mujeres habían dicho, pero a él no lo vieron. 25 Entonces él les dijo: —¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! 26 ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas y que entrara en su gloria? 27 Y comenzando desde Moisés y todos los Profetas, les interpretaba en todas las Escrituras lo que decían de él. 28 Así llegaron a la aldea a donde iban, y él hizo como que iba más adelante. 29 Pero ellos le insistieron diciendo: —Quédate con nosotros, porque es tarde y el día ya ha declinado. Entró, pues, para quedarse con ellos. 30 Y sucedió que, estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo y les dio. 31 Entonces fueron abiertos los ojos de ellos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista. 32 Y se decían el uno al otro: —¿No ardía nuestro corazón en nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos abría las Escrituras? 33 En la misma hora se levantaron y se volvieron a Jerusalén. Hallaron reunidos a los once y a los que estaban con ellos, 34 quienes decían: —¡Verdaderamente el Señor ha resucitado y ha aparecido a Simón! 35 Entonces ellos contaron las cosas que les habían sucedido en el camino, y cómo se había dado a conocer a ellos al partir el pan..


REFLEXIÓN: Una vez y dos son tres, había un forastero grosero (Marissa Galván Valle)

He querido ver nuevamente la película «Up» durante este tiempo, porque una de las cosas que amo más de la película es el montaje que se hace de la historia de amor de Carl y Ellie.

Estas son personas que no pueden ser una más diferente de la otra. Carl es muy tímido. Ellie es extrovertida. Carl es muy tradicional, aunque tiene un lado aventurero. Ellie es una niña que le gusta jugar rudo y no le tiene miedo a nada. Carl al principio parece ser intimidado por ella… después de todo, ella es una desconocida. Pero, el ve algo en ella.. y más importante aún, ella revela y abre algo en él que él no ha reconocido… y tiene una bonita vida en pareja.

En este tercer domingo de Pascua, el énfasis de Mateo 25 en este pasaje es que hemos recibido el llamado a vivir de una manera que reconozca la presencia y la acción de Cristo en medio de la gente desconocida y forastera. Yo había leído este pasaje muchas veces, pero nunca me había dado con pensar en que la conversación entre Jesús y los discípulos es una conversación entre gente desconocida. Cuando Jesús aparece ante los discípulos, ellos no lo reconocen. Margaret Aymer dice que “Lucas dice que los ojos de los discípulos de Emaús son agarrados”, hablando de que Dios de alguna forma no les permite ver a Jesús. Para ellos, él es un forastero, alguien extraño. Por eso ellos, ignorando el consejo de nuestras madres de no hablar con gente extraña, deciden responder: «¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabe las cosas que han acontecido en estos días?»

Esta persona es desconocida para ellos. Ellos no pueden reconocer a su maestro. Sin embargo, cuando el forastero les pregunta lo que ha pasado, deciden continuar la conversación. Entonces, el forastero dice algo que parece un poco grosero: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!».

Han tenido alguna vez la experiencia de tener una conversación con alguien que no conocen bien y de repente esa persona dice algo que les hace pensar: «¿Por qué empecé esta conversación?». ¿Cuál hubiese sido su reacción a un total desconocido si les hubiese dicho que eran insensatos/as?

Sin embargo, estos discípulos con ojos agarrados siguieron escuchando. Y de nuevo, aquí no hay juicio. Ellos tenían miedo. Estaban de luto. Tenían todas las razones del mundo para estar nerviosos, desconfiados y ansiosos. Pero lo maravilloso de esta historia es que se quedan con este forastero. Siguen hablando con él. Le invitan a comer con ellos. Y sucedió que en el partir y la bendición del pan «fueron abiertos los ojos de ellos y lo reconocieron». Reconocieron que sus corazones estaban ardiendo mientras lo escuchaban… y el testimonio de esta persona que ya no era desconocida, les llenó de palabras y de valentía para dar testimonio: ellos les dijeron a los otros discípulos y discípulas lo que había pasado en el camino, y cómo Jesús se había dado a conocer a ellos al partir el pan.

El dar testimonio es una parte de la vitalidad de la fe cristiana. El poder reconocer a Cristo es parte también de esa vitalidad. Sin embargo, yo pienso que una parte importante de esa vitalidad es la habilidad de reconocer la presencia y acción de Cristo, no en medio de la gente desconocida, sino por medio de ella. Por medio de la gente que es diferente a nosotres. Por medio de la gente que nos reta. Por medio de la gente que puede ver cuando estamos siento insensates y nos puede decir la verdad en amor. Por medio de gente que nos trae nuevas perspectivas y que nos puede empujar a aventurarnos más y a ser más valientes que lo que jamás pensamos poder ser.

Yo pienso que todo el mundo necesita a ese «forastero» que pueda hacer eso por nosotres. En la vida de Carl, fue Ellie… y después fue Russell, el pequeño «niño escucha», un desconocido en su vida que quiere ayudar y que es lo suficientemente persistente como para quedarse con él y demostrarle a Carl la vida que él ya no podía ver. Este pequeño niño abre los ojos agarrados y cerrados de Carl, para que el pueda ver que el honrar la vida de su esposa no se hace agarrándose del pasado, sino viviendo el futuro.

Cristo fue ese forastero que Dios puso en el camino de los discípulos. Él fue un extraño, un vagabundo, un caminante, un desconocido… y ellos, a pesar de estar cegados de dolor, miedo e incertidumbre… ellos escucharon, ellos dieron la bienvenida, e hicieron presencia. ¿Podrá la iglesia hacer lo mismo?


HIMNO: Escuche el himno «Become the Stranger» Convirtámonos en forasteros.

ORACIÓN DE INTERCESIÓN: Tome un tiempo para presentar sus motivos de oración a Dios.

BENDICIÓN

Que el Dios de vida abra nuestros ojos para reconocer la presencia y la acción de Cristo entre gente desconocida. Que el Dios de salvación abra nuestros corazones para siempre estar pendientes de su revelación. Que el Dios que parte el pan, abra nuestros brazos para que demos la bendición de la hospitalidad. Amén.

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