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  • Writer's pictureMarissa Galvan

Propio 8: 28 de junio de 2020



PRELUDIO: Escuche «Aunque soy pequeñuelo» y utilice esta letra para cantar.

Aunque soy pequeñuelo

me mira el santo Dios

Dios oye mis lamentos

nos cuida con su amor.


LLAMAMIENTO A LA ADORACIÓN (Basado en Salmo 13)

¿Hasta cuándo Señor? ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro? ¿Hasta cuándo debemos vivir en angustia y andar tristes todo el día?

Aún en los momentos más oscuros confiamos en tu misericordia; nuestro corazón se alegra en tu salvación. Te cantaremos salmos, Señor, porque tú siempre buscas nuestro bien.


HIMNO: Escuche y cante el himno «Cantad al Señor».


CONFESIÓN (MGV)

Dios de consuelo y Dios de fortaleza, venimos ante tu presencia con arrepentimiento en nuestros corazones. Hay tantas luchas y tribulaciones en el mundo, que nos sentimos abrumados. Sabemos que esto es natural, pero confesamos…

Confesamos nuestra insensibilidad…

Confesamos nuestro miedo…

Confesamos nuestra parálisis…

Confesamos nuestra inacción…

Perdónanos, al vernos de rodillas, con ansiedad y lamento. Enséñanos a vivir con esperanza. Danos fortaleza. Llénanos de paz que nos lleve a buscar justicia. Haznos tu pueblo. Muéstranos tu amor. En el nombre de nuestro Maestro, nuestra Bienvenida, Jesucristo, oramos. Amén.


PERDÓN Y PAZ (Basado en Romanos 6,23)

«La paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor». ¡Regocíjense en las buenas nuevas! En Jesucristo recibimos el perdón por nuestros pecados. Podemos vivir en paz.


Comparta la paz: Piense en alguna cosa que le haya dado paz durante este día. Comparta ese sentimiento de paz con alguna persona o a través de algún medio social.


ORACIÓN DE ILUMINACIÓN (MGV)

Leemos la Escritura y sabemos que Dios es fiel. Leemos y recibimos sabiduría. Escuchamos, y la Palabra nos transforma. Capacita nuestras mentes. Inunda nuestros corazones de emoción. Dios, habla a tu pueblo, para que podamos hacer tu voluntad y edificar tu familia en la tierra. Amén.


ESCRITURA: : Génesis 22,1-14; Mateo 10,40-42 (RVA 2015)

22 Aconteció después de estas cosas que Dios probó a Abraham, diciéndole:

—Abraham. Él respondió: —Heme aquí. 2 Y le dijo: —Toma a tu hijo, a tu único, a Isaac a quien amas. Ve a la tierra de Moriah y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. 3 Abraham se levantó muy de mañana. Aparejó su asno, tomó consigo a dos de sus siervos jóvenes y a Isaac su hijo. Partió leña para el holocausto, y levantándose fue al lugar que Dios le dijo. 4 Al tercer día Abraham alzó sus ojos y divisó el lugar de lejos. 5 Entonces Abraham dijo a sus siervos: —Esperen aquí con el asno. Yo y el muchacho iremos hasta allá, adoraremos y volveremos a ustedes. 6 Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac su hijo. Él tomó en la mano el fuego y el cuchillo, y se fueron los dos juntos. 7 Entonces Isaac dijo a Abraham su padre: —Padre mío… Y él respondió: —Heme aquí, hijo mío. Le dijo: —He aquí el fuego y la leña, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8 Abraham respondió: —Dios mismo proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío. E iban los dos juntos. 9 Cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, Abraham edificó allí un altar. Arregló la leña, ató a Isaac su hijo y lo puso sobre el altar encima de la leña. 10 Abraham extendió su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. 11 Entonces el ángel del SEÑOR llamó desde el cielo diciendo: —¡Abraham! ¡Abraham! Él respondió: —Heme aquí. 12 Y le dijo: —No extiendas tu mano sobre el muchacho ni le hagas nada, porque ahora conozco que temes a Dios, ya que no me has rehusado tu hijo, tu único. 13 Entonces Abraham alzó la vista y miró, y he aquí que detrás de sí estaba un carnero trabado por sus cuernos en un matorral. Abraham fue, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. 14 Abraham llamó el nombre de aquel lugar el SEÑOR proveerá. Por eso se dice hasta hoy: “En el monte del SEÑOR será provisto”.

Mateo 10

40 “El que los recibe a ustedes a mí me recibe, y el que me recibe a mí recibe al que me envió. 41 El que recibe a un profeta porque es profeta, recibirá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, recibirá recompensa de justo. 42 Cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente porque es mi discípulo, de cierto les digo que jamás perderá su recompensa”.


REFLEXIÓN: Rvda. K.T. Ockels

A primera vista, este pasaje de Génesis nos puede parecer un poco incómodo. ¿De verdad nuestro Dios amoroso quiere que Abraham mate a su hijo? ¿Y por qué se dice que este es el único hijo de Abraham? Sabemos que, por lo que dice la lectura de la semana pasada, él tiene otro hijo, Ismael, que también recibió la bendición de Dios. Vimos como Abraham envió a Ismael al desierto y ahora vemos cómo él sigue el mandato divino de ofrecer a Isaac como un sacrificio. ¿Es éste el patriarca de nuestra fe?

Nos podemos identificar con Isaac. Él confía en su papá y le sigue a las montañas para adorar a Dios. Hasta carga la leña que van a usar. Al llegar al lugar, su papá le informa que él es el sacrificio. Este definitivamente es un momento de familia disfuncional.

Entonces, ¿es esta historia solo sobre cómo nuestro Dios es un Dios sediento de sangre que pide sacrificios impensables de nuestra parte? ¿Acaso nuestro Dios se deleita en hacernos daño?

Escuchen las buenas nuevas: Nuestro Dios no es una deidad sedienta de sangre. Dios no quiere que haya sacrificios humanos. Esto nos lo asegura Deuteronomio 12,31: No se les ocurra hacer tal cosa, porque a Dios le repugna la manera en que esos pueblos adoran a sus dioses. ¡Hasta queman a sus propios hijos en sus altares!

Entonces, si Dios no quiere la sangre de Isaac, ¿de qué se trata esta historia?

Esta historia nos habla de la fe. De hecho, nuestras dos lecturas para hoy son sobre la fe y las acciones que tomamos debido a ella. Y nos hablan de que nuestra fe es tanto probada como recompensada.

Dios nos prueba, a pesar de que se nos dice que no pongamos a Dios a prueba. En términos humanos, eso parece injusto, pero las pruebas de Dios no están destinadas a deshacerse de algunas personas como si estuviéramos participando de eliminatorias. Las pruebas de Dios están destinadas a fortalecernos y a fortalecer nuestra fe. El deseo de Dios de ponernos a prueba no pretende destruirnos, sino ayudarnos a conocer nuestra propia fortaleza que existe gracias a nuestra fe. En ocasiones no se siente así, pero 1 Corintios 10,13 promete que Dios nunca nos pondrá a prueba de una manera que no podamos soportar. Sé que cada persona aquí ha cuestionado esa idea en algún momento de su vida, pero es la promesa que hemos recibido por medio de Cristo.

En esta historia, Abraham parece haber recibido una tarea escandalosa: una prueba impensable. Sin embargo, esto no es solamente un capricho de un dios que juega con Abraham. Si leyéramos esto en hebreo, sabríamos que Dios le estaba pidiendo algo extraordinario, asombroso e incomprensible. La gramática aquí se usa en varias ocasiones en Génesis:

  • En Génesis 13,14, se le dice a Abraham que Dios le dará toda la tierra que puede ver. El mandamiento de ver y creer que esto pasará tiene esta misma forma gramatical.

  • En Génesis 15,5: esta formato es usado para decirle a Abraham que debe crer en la promesa de innumerables descendientes.

Asi que sabemos que este es un mandamiento importante, y que es uno que Abraham, siervo fiel, debe obedecer. Sin embargo, Abraham también sabe que Dios le ha dicho que tendrá muchos descendientes a causa de Isaac. Entonces, aunque va a sacrificarlo en fidelidad, también parece creer que Isaac sobrevivirá o volverá a la vida de alguna manera. Él le dice a los hombres que lo acompañan que volverán. Esta interpretación se nos reitera en el capítulo 11 de Hebreos:

17 Abraham confió en Dios cuando Dios quiso probar si él lo obedecería o no. Por eso Abraham tomó a su hijo Isaac para ofrecerlo como sacrificio. No le importó que fuera su único hijo, 18 ni que Dios le hubiera prometido que por medio de Isaac tendría muchos descendientes. 19 Abraham sabía que Dios tiene poder para hacer que los muertos vuelvan a vivir. Esa confianza hizo que Abraham no tuviera que matar a su hijo; y fue como si Isaac hubiera vuelto a vivir. (Hebreo 11,17-19).

Lea la historia con cuidado, porque la fe de Abraham no es la única que es probada. También esta Isaac, su hijo. Isaac ya no es un niño en esta historia. Recuerde que la leña está atada a su espalda y que él fue quien la llevo montaña arriba. Es lo suficientemente grande como para hacer preguntas a su padre sobre lo que iban a hacer después de que subieran, con leña… pero sin un sacrificio. Probablemente Isaac era lo suficientemente grande para evitar que su padre lo atara para ser un sacrificio (recuerden que Abraham ya tiene más de cien años), y era lo suficientemente rápido como para huir si hubiese querido hacerlo. Sin embargo, el permitió que lo ataran y lo pusieran como sacrificio.

Entonces, ¿qué está haciendo Dios? Cuando escuchas las historias de los dioses en la mitología griega, los dioses siempre están jugando con las vidas de los seres humanos solo porque pueden. Ven a un pobre marinero cruzando el mar y le envían un gran monstruo para asustarlo. ¿Es este el tipo de Dios que adoramos?

Gracias a Dios, podemos decir que no con seguridad. Nuestro Dios no es así. Dios nos prueba, no porque le da placer, y no para probar que tiene poder. Dios envía pruebas a nuestras vidas para fortalecernos—para ayudarnos a continuar poniendo nuestras raíces en la fe. Y Dios nunca nos deja hacer las cosas solos/as. Esa es una promesa. En medio de las pruebas más difíciles en nuestras vidas, en medio las luchas y los momentos dolorosos, Dios está ahí.

Dios estuvo allí para Isaac y Abraham. Dios no solo le dijo a Abraham, que fuera a hacer esta cosa horrible y que luego diera la espalda a otros asuntos. Dios los acompañó hasta la montaña y estuvo allí para detener a Abraham en el momento justo y preciso. Dios estuvo allí para proporcionar otro sacrificio.

Volvamos a 1 Corintios 10,13. Este nos promete: … «pueden ustedes confiar en Dios, que no los dejará sufrir pruebas más duras de lo que pueden soportar. Por el contrario, cuando llegue la prueba, Dios les dará también la manera de salir de ella, para que puedan soportarla».

Dios les dará la manera de salir. Dios les acompañará. Habrá momentos de prueba para cada persona, pero nunca nos enfrentaremos a estos en soledad. Dios se asegurará de que tengamos los recursos que necesitamos para seguir adelante. Dios proveerá una manera de salir—a través de una buena amiga que venga a acompañarte, o una nueva oportunidad, o aún un día soleado después de días de estar metidos/as en las casas durante la pandemia. Dios estará contigo para ayudarte a soportar.

Abraham e Isaac estuvieron dispuestos a hacer el sacrificio definitivo ante Dios para ser fieles. ¿Significa esto que tenemos que ir a tales extremos para demostrar que amamos a Dios?

La fe, afortunadamente, no solamente se trata de medidas extremas. Nuestro pasaje del Evangelio nos recuerda que incluso los pequeños pasos que damos fielmente son vistos por Dios y en su gracia. Mateo dice: «Y el que le dé aunque sea un vaso de agua fresca a uno de mis seguidores más humildes, por ser mi seguidor, les digo la verdad: también será recompensado».

Abraham fue un hombre extraordinario. Fue probado de una manera que usted y yo nunca tendremos que enfrentar. Sin embargo, la lección del Evangelio de hoy nos dice que aunque no seamos probados/as tan constante ni tan extremadamente como lo fue Abraham, podemos demostrar nuestra fidelidad en las numerosas pequeñas cosas que hacemos.

Cuán apropiado es esto en este tiempo de dos virus: la pandemia y el racismo sistémico. A veces sentimos que tenemos que hacer actos impactantes en el nombre de Cristo para trabajar a favor de la sanidad de este mundo quebrantado, por lo que terminamos sin hacer nada porque nos abruma la tarea. Sin embargo, Cristo nos asegura que las cosas pequeñas también importan. El levantar nuestra voz cuando en una conversación alguien dice algo racista o hiriente. El usar la máscara/mascarilla/cubrebocas cuando estás en lugares públicos. El renunciar a un regalo para donar el dinero para ayudar a otras personas. El ponernos de pie en solidaridad con las demás personas para que llegue el cambio. Cada vez que haces algo por otras personas, no porque sientas obligación o culpabilidad, sino porque quieres actuar como las manos y los pies de Jesucristo. Esos son sacrificios que agradan a Dios.

Les desafío a que esta semana tomen tiempo para pensar en sus acciones. Piensen en las decisiones que toman en su vida diaria. Conviertan esas decisiones en acciones para Cristo. Piensen en cómo las cosas que deciden hacer afectan el medio ambiente, a su prójimo, su comunidad y el mundo. No hagan lo que es fácil o incluso rutinario, hagan lo que Cristo les está guiando a hacer. Sientan que Cristo esta en tus acciones. Y siempre actúen en el nombre de Cristo, para que el amor que Dios le mostró a Abraham al salvar a Isaac se haga una realidad para ti y para quienes te rodean. Amén.


HIMNO: Escuche el himno «Faith is Patience in the Night» (Autores: Mary Nelson Keithahm y John D. Horman. Vídeo hecho por la Iglesia Presbiteriana Eastminster, Simpsonville, SC. Hemos incluído una traducción para entender la canción.)

La fe es paciencia en la noche

esperando por la luz de la mañana

no dándonos por vencidos…

Dios espíritu, danos fe.

La fe es reír en nuestro dolor

gozarnos en los placeres que permanecen

confiar en uno que no podemos explicar

Dios espíritu, danos fe.

Fe es ser valientes al tener estrés

confianza en la desesperanza

el más grande regalo que podemos poseer

Dios espíritu, danos fe.


ORACIÓN DE INTERCESIÓN: Tome tiempo para pensar en peticiones de oración, tanto suyas como de otras personas en su vida y tome tiempo para orar por ellas. Ore por las situaciones en su hogar, su comunidad, su ciudad, su país de origen, otros países del mundo que enfrentan situaciones de dificultad y el país en donde vive.


UNA HISTORIA: Hermann


BENDICIÓN

Que el camino que Dios ha creado,

se levante a encontrarse contigo

Que Dios te cuide y te bendiga,

que brille su luz sobre ustedes,

y les dé su paz.

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